En la cantina - Juan Carlos Boveri |
"Que no se pierda la buena costumbre de cada uno ocupar el lugar que le corresponde"
Anónimo
Sentado sobre la barra, meditaba en su decisión y en cuáles vendrían a ser las consecuencias inmediatas de ésta. Naturalmente se preguntaba si iba a ser capaz de lidiar con ellas. Había dado mucha rienda al asunto y mucho estaba en juego (debía pensarlo bien), había llegado a un punto en que caminar hacia adelante o hacia atrás sería igual de doloroso. Todo había sucedido tan rápido, la materialización de cada uno de sus sueños, eso era lo mejor; eso era lo peor. Era la razón para seguir y era la razón para parar.
No dejaba de pensar en lo que tenía en casa: las historias escritas, las promesas, los "para siempre". Sin embargo nada pordía compararse con la complicidad, la completitud y la felicidad a la que estaba a punto de renunciar.
Momento!
Ya no hay más vueltas que dar, la solución es una sola (ese es el mundo en que nos tocó vivir) y no se puede dar cabida a dudas.
Tomó su telefono y marcó uno a uno los 10 digitos de aquel numero de celular (era la última vez que lo hacía y consideró poco digno usar el marcado rapido, así que se tomó su tiempo). Del otro lado se escuchó una voz viva que luego de la conversación sostenida se había tornado escasa. Un adiós mutuo y comprensivo puso fin al capitulo: las cosas entre ellos siempre fueron fluidas, tan naturales.
Pidió otro trago y con su garganta aún caliente le dijo al hombre que se sentaba a su lado: hoy en día "amar" se ha convertido en excusa para todo, para hacer daño por ejemplo.
Pagó la cuenta y se marchó feliz meditando en la idea de que quizá en otro tiempo la historia fue distinta. Era su consuelo: eran parte de algo más grande que las circunstancias, eso nunca iba a cambiar.
En el camino silbaba el coro de "The Zephyr Song" con una sonrisa picara dibujada en el rostro.
Canción recomendada: Adiós - Cerati
Poder decir adiós
es crecer
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