Viernes 8 de Julio, 2011
Me vestí con mi suéter más fresco, mis jeans favoritos y mis zapatos más cómodos (esos que ya están desgastados de tantos kilómetros que han recorrido).
Cancelé los pocos compromisos inmediatos del fin de semana y le hice saber a mis papás que iba a dormir afuera. Me alisté con agua, pan y una inmensa emoción. Apagué mi teléfono celular, lo dejé reposando en lo último de mi armario, de donde saqué un billete de 50 y otro de 20 y salí rumbo a mi aventurita. Llegué al centro comercial pues había dejado para última hora la compra de la carpa, luego me fui en "chance" hasta el puente de "Bazurto"(1) donde debería tomar el bus intermunicipal, ya tenía maripositas en el estomago me sentía dueña de mi cuerpo.
Había dado el paso más importante: el primero, me había decidido a empezar lo que siempre había querido... y sola, como lo imaginaba cuando hablaba con mis compañeras en el colegio y les decía que eso de la vida en pareja no era para mí, cuando me jactaba de ser la que se quedaba cuidando que no viniera nadie y las cogiera con "las manos en la masa" o más bien con las manos en los senos recién nacidos de una de las otras. Mientras ellas anhelaban el día en que fueran mayores, sexys y famosas yo quería ver el mundo desde una carpa en cualquier rincón de cualquier lugar, mientras ellas querían conocer a los Backstreets Boys, yo quería recorrer medio mundo con un morral, pero eso es otra historia.
Al dejar el bus tomé "el ferry" que me cruzaría al otro lado del río Magdalena, si el Magdalena, y ni si quiera lo supe sino hasta que el señor Caballero, el de la "mototaxi"(2) me dijera que era el río pasajero, purificador del espíritu y del cuerpo: el otrora dulce Yuma. Me lo dijo mientras atravesábamos en su modesta motocicleta la carretera casi trocha que me llevaría a mi destino, olía a tierra mojada y a verde, se oían pájaros y grillos a lo lejos y a lo cerca, mientras la tierra se me colaba por las pestañas. Pasados 25 minutos y unas cuantas historias sobre lo fiel que era don Caballero, lo pesadas que eran las faldas de las cristianas y lo irresponsables que eran los hombres al hacerle hijos a mujeres desconocidas. Pero él no, don Caballero era todo un caballero, nunca se atrevería a hacerle un "pelao" a una mujer diferente de su señora; llegué a la entrada y Camilo y el nombre del otro no me acuerdo, me acompañaron hasta el CAI del Playa Blanca. No está de más describir mi primera impresión: asombro, alegría, nostalgia, asombro ante tan inmensa belleza, alegría por tener la dicha de presenciarla y nostalgia porque me hubiera gustado que él estuviera ahí.
El sol se ponía al oeste y la superficie del agua era de color aguamarina, ahora si veía con mis ojos porque a ese matiz se le conocía como "aguamarina".
El sol se ponía al oeste y la superficie del agua era de color aguamarina, ahora si veía con mis ojos porque a ese matiz se le conocía como "aguamarina".
Apenas llegué al lugar en el que iba a ubicarme me dispuse a armar la carpa, la saco de la bolsa y leo las instrucciones; manos a la obra... paso 1, paso 1... paso unn - Necesitas ayuda?
- Por favor!!
- Mi vida ayúdale ahí a la muchacha
- Muchas gracias, sonrío
Hernán, ¿Javier? me ayudó y en cuestión de minutos ya estaba lista y ya eran algo así como las 7 de la noche.
(1) Mercado central y popular de la ciudad de Cartagena, Colombia
(2) Moto-Taxi; Moto (motore) motocicleta y Taxi (del griego táxis (τξις), una moto utilizada como taxi, es decir que te lleva a todas partes. Medio de transporte de pasajeros relativamente innovador, muy popular en las calles, carreteras y avenidas de las ciudades y el pueblo de la costa Caribe colombiana.
Aserciones más polémicas del termino plantean que es el dolor de cabeza relativamente nuevo de las autoridades de tránsito y de los monopolistas del transporte de pasajeros
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